En las antiguas civilizaciones, los números eran muy importantes, tanto o más como lo son ahora. Un número marcaba la medida de trigo, la longitud de una viga o la fecha del nacimiento.
En mi caso hay un número en particular que se ha convertido en el número de mi vida: el 19. ¿Por qué? El dÃa de mi nacimiento (hace 30 años) es el 19, el dÃa del nacimiento de mi mujer, es el 19. Y aún hay más: me casé un dÃa 19… y mi primer hijo, nació un dÃa 19.
Hoy en dÃa veo a personas que no se alegran de cumplir años, sino que más bien parece que fuera el dÃa más fatÃdico del año para ellos. Para mÃ, es un dÃa de felicidad y de agradecimiento. Sobretodo de agradecimiento, porque vivir es una experiencia extraordinaria de la que a veces no nos damos cuenta, como el respirar. Y no creo que sea cuestión de cuánto sino de cómo. Por eso, cada año, me siento feliz por el inmenso regalo recibido.
Y no me preocupa el «cuántos» sino el cómo. En este dÃa, doy Gracias a Dios en primer lugar. A mi mujer, porque me ha vuelto a sorprender y por ser ella misma. A mis hijos, por su sonrisa. Y a todos los que me han acompañado y me acompañan en esta formidable aventura que es vivir.